¿Qué papel tenemos los servicios sanitarios (especialmente Atención Primaria y Salud Pública) y otros servicios públicos en todo esto?

¿Qué papel tenemos los servicios sanitarios (especialmente Atención Primaria y Salud Pública) y otros servicios públicos en todo esto?

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Actualmente desde los servicios sanitarios nos encontramos envueltos en la vorágine de frenar una pandemia. Por su lado, los servicios sociales y otros recursos de las administraciones se encuentran también en un estado de emergencia. Sin embargo, sabemos que después de esta primera ola llegarán otras frente a las que tendremos que actuar.

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Las oleadas previsibles (imagen sacada del Blog Economía y Salud – AES)

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¿Es posible ligar nuestras actuaciones a los procesos comunitarios que se están desarrollando fuera de las instituciones?

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¿Qué papel jugamos ahí?

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¿Cómo debemos relacionarnos desde el sistema sanitario con el resto de administraciones y ciudadanía para potenciar la acción comunitaria?

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¿Y el resto de servicios públicos, como deben relacionarse entre sí y con el resto del tejido comunitario?

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¿Cómo compartir tu opinión?

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Al final de esta entrada encontrarás un espacio donde podrás dejar tu opinión. En la siguiente imagen os dejamos unas mínimas indicaciones para facilitaros la participación.

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5 comentarios en “¿Qué papel tenemos los servicios sanitarios (especialmente Atención Primaria y Salud Pública) y otros servicios públicos en todo esto?

  1. Marisa+Juan dice:

    Ya hay iniciativas y propuestas de la red vecinal, en concreto en el barrio de las Fuentes en Zaragoza, los voluntarios nos han solicitado formación, quieren saber cómo ayudar mejor y con mayor calidad y calidez a los vecinos. Una formación sociosanitaria qué les aproxime a los recursos comunitarios, tanto formales como informales, para un mejor acompañamiento. No quiero olvidarme que son los servicios públicos, los que nos debemos a nuestros usuarios, tenemos que crear una red sociosanitaria Formal, Pública, de calidad y estable; alejándonos de la caridad y acercándonos nuevamente a un estado de bienestar cada vez más lejano.

  2. Creo que esta situación tan excepcional que hemos vivido con el Covid-19 nos ha dado una lección muy importante a las personas que trabajamos intentando potenciar la participación social y la acción comunitaria en los territorios. Hemos visto como la situación de necesidad ha llevado a las personas a unirse, coordinarse y crear espacios de apoyo mutuo de forma totalmente espontánea y en muchos casos sin la participación de las instituciones. La lección de que las instituciones «no somos imprescindibles» en el desarrollo de estos procesos ha quedado interiorizada. Esto no debería relajarnos, ya que no quita que «podemos ser importantes» en nuestra labor de apoyo (ofrecerlo y observar o darlo si es requerido). ¿Qué tenemos para ofrecer desde las instituciones (en este caso, instituciones que en su título se menciona la salud, ya que «en la salud» todas dejamos huella con nuestro trabajo) que un grupo de la ciudadanía surgido espontáneamente pueda necesitar? Obviamente, recursos. Recursos humanos por una parte y materiales por otro. Como personal técnico que podemos tener una formación en diferentes áreas de la salud, podemos ofrecer estos conocimientos. No sabemos más, igual sabemos cosas diferentes que en algún momento pueden ser un apoyo para estos procesos.
    Y recursos materiales. En esta sociedad, es difícil seguir adelante con un proyecto sin recursos mínimos. La opción de realizar una convocatoria de ayudas para el impulso y desarrollo de estas acciones comunitarias es una opción. Probablemente no sea la mejor alternativa, ni resulte siempre todo lo equitativa y sobre todo suficiente que desearíamos, pero es una forma de visibilizar la importancia de estos procesos y favorecer su desarrollo. La experiencia desde Salud Pública de Euskadi con su orden de ayudas (https://www.euskadi.eus/bopv2/datos/2020/06/2002118a.pdf) ha sido positiva hasta ahora. La auto-crítica aquí viene en cómo poder redirigir estas ayudas, dirigidas en inicio a entes locales para el impulso de acciones comunitarias, a las numerosas iniciativas no institucionales surgidas durante la pandemia, de forma que no desaparezcan estos grupos de participación vecinal una vez que concluya el estado de alarma y puedan redirigir su trabajo hacia nuevos retos que puedan surgir en la comunidad.
    Es un hecho que muchas de estas iniciativas se han dejado morir estos días, cuando la labor para la que fueron creadas ya no es tan necesaria (o así puede parecer…) y que otras están pensando en tirar la toalla ante las críticas encubiertas (alegando la necesidad de centralización) de determinadas administraciones que no han querido apoyarlas e incluso han vendido la imagen de que al no ser «oficiales» no reunían todas las garantías necesarias para poder llevar a cabo su labor, ni estaban adecuadamente organizadas, o que para situaciones de soledad, ya existe la teleasistencia. ( https://halabedi.eus/el-ayuntamiento-de-gasteiz-rechaza-la-reunion-con-la-red-de-cuidados-popular-batera/) Todo un tema.

  3. Ildefonso+Godoy dice:

    Soy Trabajador Social en centro sAlud Albaycín (Granada). La irrupción del covid en la comunidad ha supuesto un mazazo que ha hecho resquebrajarse los cimientos de las estructuras más frágiles y ha puesto en evidencia que quienes interseccionan unos más precarios determinantes sociales están en peores circunstancias para resistir y ponerse de nuevo en pie. El proceso salud-enfermedad pasa indefectiblemente por la integración de la dimensión biológica, fisicopsíquica de la diferencia, y el eje de las desigualdades. Incorporar permanentemente una visión del proceso salud-enfermedad inscrito en sujetos diversos y sus circunstancias, con diferentes condiciones de posibilidad de cambio, adaptación o afrontamiento, con déficits o competencias, con recursos o precariedades…, haría, bajo mi punto de vista, más efectivo cualquier abordaje o intervención sobre la salud de las personas. O viceversa, una condiciones dignas generan mejores disposiciones ante sacudidas por diferentes crisis. Es más debería exigirse una perspectiva de equidad que reforzara las condiciones de vida de los más frágiles como mejor estrategia de salud pública.

  4. Creo que esta situación nos ha enseñado que todas y todos sumamos. Las iniciativas vecinales y comunitarias que han surgido se tendrían que apoyar y coordinar para que la labor se extiendan a más ciudadanía. La coexistencia de apoyo telefónico impartido por profesionales, como hemos realizado en nuestra subdirección general de prevención y promoción de la salud a la población, no es incompatible con el apoyo cercano a nivel de los barrios.
    El reto es la sostenibilidad de iniciativa que surgen en un momento de crisis aguda, con unas condiciones muy específicas. Y como tener un equilibrio para que las iniciativa de autoayuda y voluntarias, nadie deslice la balanza hacia un adelgazamiento de los derechos.

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